Nuevamente Miguelito se las mandó en Morandé con Compañía. Su madre le exigió que fuera la última vez que humille y trate mal a una persona trabajadora.

Con los rest de su madre, el pequeño lloró. Tanta fue la emoción que hasta el vendedor de cboolas casí lloró. Sin ebargo, el vndedor se puso patudo.

Pero no quedó ahí, Miguelito otra vez tuvo tarea.