Eduardo Fuentes da consuelo a quienes perdieron a su familiar. Sin embargo, cuando la tristeza y la pena invadían el lugar, llegó Ruperto gritando en medio del entierro.
Los presentes no pudieron aguantar frenarlo en su actuar, aunque él seguía dándoselas de comerciante ofreciendo sus artículos "Chanchos cochinos para los regalones" era su frase.
 
Las carcajadas abundaban en este escena porque Ruperto no paraba de desubicarse en este lugar.
 
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