Ángela estaba feliz trabajando en los almacenes. Todo porque su hijo, José Tomás, ya había sido oficializado como un Quiroga, el deseo que la amante de Armando buscó por años. Su felicidad la compartió a Lamberto quién escuchó de la boca de su ex señora que le iba a dar la nulidad para que él se pudiese casar con Silvia. Algo que el dueño del Teatro Plaza nunca se hubiese imaginado. 

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