Fue una de las pocas casas que se salvó del voraz incendio en Santa Olga. Es que mientras todo se quemaba a su alrededor, la casa se mantuvo intacta. Tal como cuenta su dueña, Elizabeth Navarrete, cuando debió evacuar, decidió pegar la foto de su hijo fallecido en la puerta para que protegiera sus cosas. Y así fue, porque cuando se extinguió el incendio, fue la única vivienda que quedó en pie.

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