A pesar de haber sufrido mucho, Ernesto Möller es un hombre optimista. Su mujer, Leonor, murió hace diez años a causa de una larga enfermedad, abandonándolo con tres hijos y un negocio que recién despegaba. Hasta ese momento todo era felicidad en la vida del empresario hotelero más importante de la zona. Pero esta tragedia en su vida cambió por completo sus planes y entonces ha hecho lo que ha podido para educar a sus hijos de la manera más correcta posible, siempre pensando en lo que su esposa hubiera hecho en su lugar.

Möller es un hombre sensible, cercano, simpático y de buen sentido del humor que se lleva bien con todo el mundo, menos con Armando Quiroga.