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El dolor de Cafú tras la muerte de su hijo: "No he tenido valor de entrar en su cuarto"

  • Por Meganoticias

El pasado 4 de septiembre todo estaba bien en la vida de Marcos Evangelista de Moraes, más conocido en el mundo del fútbol como Cafú.

Sin embargo, ese día y en horas de la tarde su hijo Danilo Feliciano se desvaneció tras jugar un partido de fútbol. Ya en el hospital murió producto de una ateromatosis coronaria, una inflamación de la pared de las arterias del corazón.

Desde ese momento el campeón del mundo guardó silencio, hasta que ahora dio una conmovedora entrevista a la revista Veja, donde contó de su dolor.

"Enterrar a un hijo sale del contexto general, de todo lo que tu sientes a lo largo de tu vida. Cada cinco días voy al cementerio a visitar su tumba. No lo he asimilado todavía. No he tenido valor de entrar en su cuarto. Mi hijo Wellington recogió sus cosas y las donó. Nunca más he ido al campo donde sucedió. No sé cómo describir la sensación de echar tierra sobre el féretro de un hijo sabiendo que él no va a volver más. La muerte de un hijo acompaña a un padre y a una madre para el resto de su vida", sentenció.

Añadió enseguida que “todos los días lloro solo. Cuando entro en casa intento mostrarme fuerte. Al final, soy el pilar de la familia. Lloro mientras conduzco y llamo a mis amigos solo para llorar. Ellos lo saben y se quedan callados. Entonces lloro y lloro y lloro. Llorar alivia el pecho".

¿Qué pasó el día de su Muerte?

“Habíamos quedado para jugar un partido el día 5, pero yo tenía que viajar por trabajo a Estados Unidos y decidimos adelantarlo. Danilo estaba en mi equipo. En un descanso él salió y yo seguí jugando. Tres minutos después noté un tumulto. Por curiosidad fui a ver lo que estaba sucediendo y me encontré a mi hijo sufriendo convulsiones”, prosiguió 

Rápidamente agregó que “entré en pánico porque tenía un historial cardíaco delicado. Cuando llegamos al hospital, después de media hora un médico me llamó. Le dije: "No hace falta que diga nada, estoy viendo que no responde". Me quedé de pie orando y pidiendo a Dios que no se llevase a mi niño. No fue posible”.

Para cerrar, dijo que “Danilo vivió conmigo fuera de Brasil y fue a los partidos de los Mundiales de 1994, 1998, 2002 y 2006. Absolutamente todos los jugadores entraron en contacto. Después del entierro estuve varios días sin encender el teléfono. Cuando lo fui a mirar había más de 5.000 mensajes".

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