Comentario de Actualidad: Las tensiones que genera Benedicto XVI en Cuba
La visita de Juan Pablo II a Cuba en 1998 estuvo marcada por una serie de hitos que cambiaron el rumbo de las relaciones entre la Iglesia y el régimen castrista. Se inauguraron conventos, se permitió celebrar Navidad y practicar la religión se convirtió en uno de los actos de mayor libertad para los cubanos.
A esto se suma otro punto clave: desde Karol Wojtyla la Iglesia católica se transformó en un interlocutor privilegiado con el Gobierno comunista, propiciando la liberación de presos políticos.
Si bien las visitas de los dos líderes del Vaticano han servido de antesala para la liberación de condenados, el hecho que ni Juan Pablo II ni -al parecer- su sucesor, Benedicto XVI, hayan decidido reunirse con los grupos opositores al Gobierno ha calado hondo en el pueblo cubano.
Incluso, esta segunda visita de un Sumo Pontífice a la isla, lejos de generar un ambiente de armonía y unidad, estaría provocando lo contrario, desatando tensiones entre el Gobierno y disidentes.
