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Reconocido emprendedor que vendía sandwiches en centro de Santiago debe millones en multas municipales

  • Por Meganoticias

Si de historias de emprendimiento se trata, la de Matías Leiva es una de las más reconocidas en los últimos años. Dueño de la marca de sándwiches gourmet La Insolencia, este hombre de 37 años estuvo en los principales medios de comunicación dando a conocer su experiencia como comerciante y empresario, sin embargo, su éxito en las calles de Santiago centro se vio sepultado tras una millonaria deuda en multas que ya no pudo sostener.

Oriundo de La Ligua, en la región de Valparaíso, Leiva llegó de adolescente a Santiago para estudiar sacerdocio y convertirse en cura, pero tras cuatro años de tener su paso en el seminario, decidió dejar la profesional y comenzar otro rumbo. Sin embargo, la falta de dinero le era un gran inconveniente para seguir con su vida, lo que se vio en cierta medida resuelto gracias a su ingenio.

"Empecé con seis mil pesos. Estaba con una deuda de cuatro millones de pesos y debía parar la olla de alguna forma. Fui al supermercado y compré harina, levadura, queso y jamón y partí. Fueron 12 panes inicialmente, después 24, luego 50 y así. Luego sume nuevos ingredientes y así nació a La Insolencia", comentó a La Cuarta.

El emprendimiento se formó y comenzó no solo a vender y ampliar la variedad de panes, sino que también a ofrecer puestos de trabajo, especialmente a extranjeros que llegaron a Chile en búsqueda de oportunidades.

"Sumé lechuga, champiñones, cremas y varios ingredientes para hacer la diferencia. Varios de mis 'insolentes' (como les llama a sus extrabajadores) llegaron de otros países, otros eran estudiantes y sacaron sus carreras. Les hice contrato y éramos una familia, pero todo eso quedó atrás", señaló.

Pero la historia de Leiva tuvo un giro cuando tras salir en diversos medios de comunicación, llamó la atención, según él, de los funcionarios de la Municipalidad de Santiago. ¿La razón? vender de forma ilegal en las calles del centro de la ciudad. Fue ahí cuando las multas se hicieron notar.

"El municipio estaba implementando el plan de Comercio Justo. Postulamos a permisos para poder trabajar, pero los partes comenzaron a llegar. Perdíamos los canastos con los panes, pero nos volvíamos a levantar, y nos volvían a multar y a quitar todo. No podíamos entrar al centro de Santiago. Yo no culpo a los inspectores, ya que es su pega, pero vi como mi sueño empezó a desaparecer", relató el hombre al medio citado.

Con el paso del tiempo las multas continuaron acumulándose, a tal punto que en la actualidad suma $100 millones en infracciones. Situación que se transformó insotenible para su empresa por lo que debió cerrarla en mayo de 2018.

Pero Leiva no se rinde, y como mencionó a diario, actualmente se encuentra vendiendo en solitario en el casco histórico de la ciudad, muy atento a la presencia de fiscalizadores y esperando algún día volver a surgir como en los mejores tiempos de La Insolencia.

"Mi sueño es volver a surgir, que alguien me apoye con un localcito para poder mis productos, o un carro con permiso. Las ganas siguen, igual que desde el día 1", concluyó.

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