Miguelito pidió a su querida ave para jugar y alimentarla. Su mamá la tomó en su jaula, pero el pequeño al mirar dentro se fijó que su amigo alado no se movía. ¡Chimuelo se había muerto! 

En honor al plumífero, Miguelito armó el funeral de quien no solo fue su mascota, sino también un amigo. Fue voluntad de Don Cristo que llegara la hora del fiel compañero. 

¡Adiós Chimuelo!