Armando Quiroga llegaba a su casa con la misma actitud de siempre: ceño fruncido y exhalando prepotencia. Pero de repente llegaron sus hijos a saludarlo con más energía y alegría que de costumbre. Incluso, María Elsa y Estela lo saludaron como si nunca hubiese hecho nada de lo que ha convertido en ese hombre temido.

Pero ahí, en el living de su casa había un féretro, algo que descolocó a Armando. Pero cuando llegó Elvira Undurraga la cosa se puso rara. "Buenos días cuñadito. Te vine a ver", dijo la hermana de Estela. El dueño de los almacenes Quiroga abrió el cajón y ahí estaba él. 

Fue una escena que dejó a muchos pensando: ¿habrá sido una premonición? ¡Comenta con nosotros!