Habían dos opciones: enfrentar la verdad o fingir un escándalo para que Lorenzo y Carlos sigan con la mentira de mantener sus identidades intercambiadas. En esta oportunidad resultó ser un dolor estomacal.

Fue así como improvisadamente el chofer y su patrón fingieron durante toda una mañana para que Agustín, el padre de Lorenzo, no se enterara del plan en el que están inmersos su hijo y su mayordomo.