En pleno centro de Santiago, en la histórica iglesia de San Agustín se encuentra la misteriosa figura del Cristo de Mayo, signo de protección para los fieles católicos. 

Su procesión para pedir la protección de Chile es una de las tradiciones más antiguas de nuestro país que todavía se mantiene hasta la actualidad, siendo venerada y realizada por bastantes fieles. 

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"Está en la memoria colectiva de que si no haces la procesión, eventualmente podría ocurrir un terremoto grande en Santiago", comentó el historiador Cristóbal García-Huidobro en Mucho Gusto

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Los secretos del Cristo de Mayo

Su historia mítica viene a partir de un gran terremoto ocurrido el 13 de mayo de 1647 cuando Santiago fue destruido casi en su totalidad, siendo el muro donde descansa el Cristo de Mayo una de las pocas estructuras que sobrevivió en la capital.

Fue tal la violencia del terremoto que la historia menciona que deslizó la corona de espinas desde la cabeza hasta el cuello del Cristo de Mayo. "Cuando intentaron poner la corona en el lugar que correspondía ocurrió una cuestión bien curiosa, empezó a temblar, y cada vez que lo intentaban, temblaba", explicó García-Huidobro.

Desde aquel momento, el Cristo de Mayo sale en procesión todos los 13 de mayo hasta la Plaza de Armas de Santiago, donde se rezan tres credos y se ruega por protección divina para Chile. 

Las evidencias que alimentan el mito del Cristo de Mayo son que no se realizó la procesión en 1984 y al año siguiente hubo un gran terremoto en la zona central, mientras que en 1960 también se quedó en la iglesia y luego ocurrió el megaterremoto de Valdivia.

El Cristo de Mayo y "La Quintrala"

Asimismo, se sabe del lazo que existe entre el Cristo de Mayo y Catalina de los Ríos y Lisperguer, también conocida como "La Quintrala", y al menos así se creyó por mucho tiempo, ya que incluso el reconocido historiador del siglo XIX Benjamín Vicuña Mackenna relató el momento en que esta figura religiosa terminó en la calle por culpa de su dueña. 

"El Cristo la habría mirado con reprobación por su maldad y ella le habría gritado 'a mí no me gustan los hombres que me miran mal en mi casa', y habría agarrado el Cristo de Mayo y lo tiró a la basura, es decir a la calle. (En esa época) Cuando uno tiraba la basura, la tiraba en una acequia, y ahí estuvo meses hasta que los agustinos le pidieron a la 'Quintrala' si podían tomar la figura y llevarla al convento de San Agustín", explicó Cristóbal García-Huidobro, según el relato de Vicuña Mackenna. 

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