Para proteger su identidad la llamaremos Javiera. Ella entró a los 19 años en el mundo escort chileno sin contarle a su familia, era un secreto. Comenzó cobrando 40 mil pesos por sus servicios sexuales y, con los años, llegó a ganar hasta 250 mil pesos por una hora. Hoy se confiesa con firmeza: “Si yo me buscaba un trabajo normal, lo máximo que podía ganar eran 300 mil pesos. Con eso no me alcanza para pagar la universidad y pagarles el jardín a mis hijos ¿Cuál es la otra opción? Prostituirse”, afirma Javiera.

Originalmente comenzó a trabajar en una agencia que publicaba sus fotos para captar clientes. Dice estar consciente de los riesgos que tenía al ejercer su oficio y “en general son que te violen, que entren y te roben, que se lleven toda la plata. Que te peguen, eso en general, que te pegues una enfermedad o toda tu familia se entere”, afirma y agrega: “cuando una entra a esto es porque una tiene necesidades. En mi caso, tengo hijos, cuando entré a este mundo tenía 19 años, no tenía con quien vivir y tenía un hijo que mantener. Necesitaba trabajar, entonces claro, una es consciente, uno lo decide, pero bajo las opciones que uno tiene”, declara Javiera.

Durante 6 años ejerció el oficio de escort y afirma que vivió el acoso de los clientes que se enamoraron de ella. “Tuve muchos locos obsesionados que se ponían a gritar fuera del departamento. Había tipos que ni siquiera iban por sexo. Querían contemplarte, era una cosa enfermiza”, cuenta Javiera. Además, relata que sufrió el maltrato psicológico por parte de uno de sus clientes.

¿Me puedes contar lo que te sucedió?


-Se obsesionó conmigo.

Pero…


-Se volvió loco, me pidió hasta matrimonio, pero el tipo siempre me estaba amenazando. Me decía que, si no me atendía gratis, un domingo, ahora a las 4 de la mañana, te voy a bajar de la página y que te bajen es perder la plata, los clientes y perdí toda la pega.

Y…

-Era amenazante con subir fotos de tu familia, de llamar a tu familia y contarles. Había chicas que las golpeaba, a mí nunca me golpeó. Menos mal, yo sé defenderme, pero el tipo siempre andaba todo drogado. Una vez me encerró en su departamento, muy drogado. Estaba muy drogado, tuve que llamar a un amigo de esa época, que ahora es mi pareja, y él me fue a buscar a su departamento. Me abrió la puerta y me dejó salir. Eso era costumbre con muchas chicas, él se las violaba porque si ellas no querían tener sexo con él, igual lo hacía. Igual las obligaba. 

 

¿No denunciaron?

- No denuncian porque creen que su identidad está en riesgo, que sus familias se van a enterar. Yo los últimos años me publiqué con cara, toda mi familia, amigos y más cercanos saben lo que he hecho por mis hijos y por mí. Es una pega que no se la doy a nadie porque el daño mental a la larga. Llevo mucho tiempo con sicólogo todavía.

Además de esta mala experiencia que tuviste con este cliente, ¿Sufriste alguna otra mala experiencia como un golpe o algo que te hayan contado que recuerdes?

Hay de todo tipo de cliente, mira, una vez, una amiga estaba atendiendo a un tipo que comenzó a gritar y se escucharon golpes. Yo entré a la pieza y lo vi sobre ella golpeándole. Como buena amiga y mujer, me tiré encima y la defendí. Nos llevaron detenidos. A mí me dieron la opción de no poner la denuncia y nadie me detenía, pero a mí me daba lo mismo. Yo no quería que la cuestión se quedara ahí no más porque ese tipo va y le pega a las escort porque a eso se dedica.  Hay un montón de locos y nadie los denuncia porque las escort no denuncian.

Con el tiempo, Javiera conoció el negocio y dejó la página en la que estaba. “Hay una humillación de esa parte, porque ni siquiera puedes cobrar lo que sientes que vale tu cuerpo porque ellos se encargan que cobres lo menos posible”, explica. Comenzó a buscar nuevos rumbos donde ejercer su trabajo y llegó a otro sitio web. Dice que recibió boleta de honorarios por sus servicios y que nadie la extorsionaba porque los clientes eran diferentes.

¿Alguna anécdota especial que me puedas contar?

-Yo te puedo hablar, pero no te voy a decir nombres, pero muchas personas importantes se han atendido conmigo y yo soy responsable de lo que estoy diciendo. Hay de todo, aquí las escort existen tal cual existen los clientes y los riesgos, es todo parejo. Aquí todos saben y todos se hacen los tontos.

¿Y qué crees que deberían hacer las autoridades para ayudarlas?

El gobierno debiera tomar esto como un trabajo y establecer un lugar para que las chicas estén más seguras. No me manejo en esta área política, pero debería haber una legislación que proteja a estas chicas. Si los trabajos fueran mejores, nadie se prostituye para cuidar a sus hijas. Es un tema país.

"Ahora mira, si estuviese más fiscalizado, las escort pagarían impuestos internos, pagarían impuestos por lo que estarían trabajando en lugares más regularizados para que no venga un loco y te mate".


Han pasado los años y Javiera está más tranquila. Ya no es escort y con el dinero que ganó durante esos seis años instaló una empresa para poder alejarse del rubro y costear la educación de sus hijos. "Estoy orgullosa como mamá, sobre todo ahora que los puedo disfrutar sin tener que trabajar", declara Javiera y agrega: “Fueron años de sacrificio, pero yo ahora no estoy trabajando de prostituta. Estoy viviendo una vida plena, con mi familia, con mi empresa. Estoy disfrutando todo lo que conseguí”, se confiesa orgullosa. 


Para terminar, ¿qué le dirías a las chicas que están recién entrando o quieren entrar a este mundo?

No es una pega para todas. Hay que ver todas las opciones que existan, por favor, si lo hacen piensen en el futuro. Junten plata, inviertan, formen una empresa, estudien, hagan algo útil con eso porque el cuerpo no les va a durar para siempre. La suerte o los buenos clientes no les van a durar toda la vida porque yo tuve suerte, porque siempre mis compañeras tuvieron problemas con golpes, yo no, me dejé llevar por mi intuición.