Se casó a muy temprana edad con Freddy Serrano, un buen hombre de la caleta, pescador igual que su padre, a quien conquistó por el estómago, porque Gemita tiene mano de monja en la cocina y Freddy come mucho. Gemita también aporta económicamente trabajando como cocinera en la hostería de Marlén, quien es su amiga además de jefa, aleccionándola todos los días con que debería rebelarse y dejar de ser una geisha. Aunque Gemita se ríe de los consejos de Marlén y los encuentra súper divertidos, en el fondo, siente una pena tremenda por su jefa, porque ya se le pasó el tren y se perdió de la alegría inmensa que da estar casada y ser madre.