Reynaldo Suárez se ha dedicado en cuerpo y alma a Dios. Aunque ha tenido que enfrentar momentos de gran cuestionamiento que lo han dividido en dos. Por un lado, es un siervo de Dios con la profunda convicción de ayudar y por otro, un hombre marcado por el resentimiento y la venganza.

Hijo de una familia de clase media tuvo una infancia muy dura: trabajó desde los seis años. Nunca tuvo tiempo para perder en juegos de niños; tampoco, para enamorarse.